Si bien podemos tomar un medicamento para encontrar alivio al dolor físico o al sufrimiento emocional, eso no significa que el conflicto haya encontrado solución. Todos a veces recurrimos a diversos “remedios” para mejorar nuestro ánimo, nuestra psiquis o nuestras relaciones interpersonales. Esta es quizás la forma más tangible de buscar ayuda frente a algo que sentimos que no podemos manejar.
Pero hay otros recursos que no distinguimos tan claramente y la verdad es que todas las mujeres, sin excepción, los utilizamos. Ellos nos permiten ponernos en acción o sentir alivio, al menos por un momento. En realidad, tienen la función de desenfocarnos de nuestros problemas. Aquí incluiremos cosas como el café, el cigarrillo, una larga siesta, etc. Son una especie de parche que nos permite enfrentar una realidad conflictiva y calmarnos interiormente.
Un párrafo aparte merece la comida, una gran “muleta emocional” para muchas personas. La mayoría encuentra una descarga y un consuelo comiendo, sobre todo comida poco sana y alimentos cargados de azúcar.
Otra forma de desahogo son el llanto y los gritos que aflojan las tensiones y sueltan las emociones negativas acumuladas, y no expresadas, como la tristeza, la angustia y la ira. Otros “remedios” muy comunes son: sobrecargarse de compromisos y responsabilidades para evitar pensar en aquello que no se desea (son las personas que se ocupan de todo el mundo); hacer compras de manera compulsiva, a menudo endeudándose; limpiar la casa todo el tiempo; redecorar la casa, incluso cuando no sea necesario. Y la lista continúa…
Pero todos estos parches no hacen más que dañarnos más a nivel emocional y nunca resuelven ninguna situación. Es importante ser conscientes de que no todas nuestras presiones nos pertenecen. Algunas les pertenecen a otros. Por eso, lo mejor que podemos llevar a cabo por nosotras es aprender a soltar.